Una historia de la ciencia en nuestro colegio

25 de mayo de 2019

Escrito por Domingo Perea Unceta

Yo puedo hablaros de lo que he vivido en el Colegio, como profesor y como alumno, y de algo que considero notable en este centro: sus gabinetes y laboratorios y los profesores que los hicieron posibles, sus trabajos y sus publicaciones en el ámbito científico. Quiero recordar a aquellos que hicieron de este colegio lo que es y para ello voy a desarrollar su amplia historia de la ciencia con mi propia vivencia en el mismo. Sé que no menciono todos los que fueron e hicieron la ciencia en el Colegio, esto no es un compendio histórico, sino unas vivencias; dejaré para otros espacios su desarrollo.

Llegué al Colegio en 1969, terminando mis seis años, y tengo de entonces un recuerdo entrañable del P. Carlos Vicuña, una de las figuras notables de las Ciencias Naturales del “otro colegio”, el de antes de la Guerra Civil, al que voy a dedicar esta primera entrega. Para mí, entonces, era un abuelo con hábito negro y correa de cuero, al que ayudábamos mi hermano y yo, sus “pequeños vascos” por nuestros apellidos, a subir las escaleras y que nos recompensaba con una mandarina u otra fruta. No volvería a saber de él – fallecería en 1972 en este centro – hasta muchos años después, cuando me embarqué en la labor de catalogación e historia del Gabinete de Ciencias Naturales del Colegio ya como profesor.

Pertenecía el P. Carlos Vicuña a lo que yo llamo “el otro colegio”, el que se desarrolla desde la fundación en 1875 (con los agustinos en 1885) y los inicios de la contienda civil en 1936. A este primer periodo y sus profesores voy a dedicar este artículo.

Enseñan en el centro figuras notables en el campo de la Historia Natural de los que queda constancia por su labor escrita, aunque poco conocida y necesitada de reedición y estudio. Se cuenta desde entonces con un excepcional Gabinete de Historia Natural, Física y Química, dotado del mejor y más moderno instrumental y colecciones naturales que en la época se podía adquirir para la enseñanza de las ciencias en Europa.

Podemos citar de entonces al P. Fidel Faulín (1867-1904), autor del texto Elementos de Historia Natural e Higiene (1898), escrito para el estudio de las Ciencias Naturales en las enseñanzas medias, que fue Director del Colegio desde 1893 hasta 1895 -año en que se fue con los Filipinos al fundarse la Matritense- y que perteneció a la Real Academia de Ciencias de Madrid. Al P. Zacarías Martínez (1864-1933), profesor en el Colegio entre otras materias de Historia Natural, discípulo de Santiago Ramón y Cajal, quien elogió la talla científica del P. Zacarías en la obra del mismo Estudios biológicos (se inicia en 1898 con su primera serie), obra que llamó la atención no sólo en España sino también en una Europa que entonces no se fijaba precisamente en los logros científicos de nuestro país. Es también muy rica su producción científica en La Ciudad de Dios, la revista de los agustinos matritenses para todas las producciones del pensamiento en la época. Asimismo, debemos citar al P. Teodoro Rodríguez (1864-1954), que fue también director de 1895 a 1903 y autor del notable texto Elementos de Física y Química modernas (de 1892 y con numerosas ediciones), y cuyas ilustraciones se basan en los materiales del Gabinete de Física, y de una gran producción científica publicada en La Ciudad de Dios. Son sólo tres ejemplos de toda una serie de eminentes naturalistas que fueron profesores y directores del Colegio, con una vasta bibliografía científica y títulos académicos.

Una de las fuentes más interesantes para conocer el nivel científico del colegio de entonces son las inauguraciones de curso, que con todo el boato de la Corte se celebraban cada año con un discurso de los profesores del centro. Del P. Fidel Faulín, Sobre y contra el darwinismo (1891-92), bastante retrógrado ya en el bicentenario de Ch. Darwin, pero interesante para valorar el pensamiento de la época; del P. Teodoro Rodríguez, Importancia y utilidad de la sección de Ciencias en la Segunda Enseñanza (1889-90); del P. Zacarías Martínez, La fisiología de la célula (1893-94); del P. Justo Fernández, Bosquejo histórico de los descubrimientos físicos en todas las edades y de los más insignes cultivadores de la Física (1896-97) y La telegrafía sin hilos (1908-09).

Resultan especialmente interesantes, por su relación con los trabajos y colecciones del Gabinete de Ciencias Naturales, los discursos del P. Carlos Vicuña (1893-1972) y el P. Félix Pérez (1887-1976). El primero abre el curso 1928-29 con un discurso titulado Los minerales de El Escorial que publicaría la Imprenta del Real Monasterio de El Escorial. Es un magnífico trabajo que refleja la riqueza del Gabinete de Ciencias Naturales del que luego hablaré y que hasta ahora no ha sido superado.

El P. Félix Pérez inicia el curso 1929-30 con el discurso titulado Antofitas de San Lorenzo del Escorial con un suplemento de los restantes tipos botánicos. También se publica por la Imprenta del Real Monasterio y es un interesante trabajo que utiliza la información del autor y la contenida en el herbario del colegio, obra del más importante naturalista español del s. XIX, M. P. Graells, del que celebramos el bicentenario de su nacimiento hace poco (1809-2009).

La última aportación al Gabinete de Ciencias Naturales fue la recuperación del herbario de M. P. Graells. La importancia de esta colección botánica ha hecho que sea repetidamente citada en los inventarios de los bienes del Colegio. La primera referencia con datos de interés es la del P. Conrado Muiños (1910), dice: “El eminente naturalista, amigo nuestro queridísimo, que legó al Gabinete del Colegio de Alfonso XII el preciado tesoro del herbario de Lagasca, D. Mariano Graells, autor de un curiosísimo trabajo enviado a nuestra publicación sobre los Recursos que ofrecen nuestros campos a los pobres y otro de Meteoroscopios orgánicos”.

Mariano de la Paz Graells (1809-1898) fue catedrático de Zoología del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, desde 1838 y director del mismo, desde 1851 hasta 1868. Desde este puesto controlaba las dos secciones que entonces tenía el Museo: el Gabinete de Ciencias Naturales y el Jardín Botánico. Su cese tuvo un matiz claramente político, habiendo sido precedido de agrias acusaciones y de una fuerte polémica con Miguel Colmeiro, que fue su sucesor en el Jardín Botánico. Esto explica que sus colecciones no fuesen depositadas en el herbario del Jardín Botánico, sino que las donase al entonces recién creado Gabinete de Historia Natural del colegio, era vecino de San Lorenzo de El Escorial y mantenía relaciones con los profesores del Colegio.

El valor de la colección botánica del Colegio es enorme. Constituye un legado histórico singular pues incluye colecciones de los botánicos más preclaros del siglo XIX español (M. Lagasca, S.R. Clemente, J.A. Cavanilles …) y europeo (E. Boissier, G.F. Reuter, A.P. de Candolle, E. Bourgueau …). Somos además los depositarios del summum de la taxonomía: los tipos de las especies botánicas descritas por M. P. Graells, aquellos especimenes utilizados por él para nombrar y describir por primera vez a una especie. En la actualidad tenemos catalogados cerca de 11.000 especímenes.

Sin duda la joya del colegio en el campo científico ha sido desde la fundación del Colegio en 1875 el Gabinete de Historia Natural, Física y Química. Pero esta historia se merece un artículo propio.

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