25 de mayo de 2020 Historias

Escrito por José Antonio Perea Unceta

Decía el P. Vicente Gómez Mier -de muy grato recuerdo- en un libro publicado con ocasión del centenario de nuestro colegio (El Colegio de El Escorial, cien años de reformismo, 1875-1975, Madrid, 1976, pp. 13 y 16) que “la distinción del Colegio de El Escorial viene determinada por dos características objetivas y estructurales. Una característica espacial: El Colegio se halla instalado dentro del histórico Monasterio de El Escorial. Y una característica temporal: para su específica misión actual el Colegio ha nacido en 1875, como un proyecto de educación religiosa en medio de un siglo dominado por el agnosticismo”. Esta perspectiva histórica, añade, “no significa petrificarse en el inmovilismo, ni tampoco induce a sustraer la propia contribución al protagonismo histórico. De hecho, el Colegio de El Escorial ha servido durante los últimos cien años de su existencia a una eficiente tarea reformista. Reformismo, pero sin perder nunca de vista las referencias inmutables -tal, por ejemplo, la esencia religiosa del hombre…”. Aunque el espíritu reformista que impregnó la actividad pedagógica de los padres agustinos en sus primeros años -y también en algunos más recientes- sin duda merece una reflexión específica, nos vamos a centrar -brevemente, como exige esta publicación- en el aspecto religioso y exclusivamente en el valor físico y espiritual para los antiguos alumnos del Real Colegio de Alfonso XII de uno de sus elementos más característicos: la Capilla del Colegio.

En nuestra reunión anual, el último sábado de cada mes de mayo, comenzamos, como no podría ser de otra forma, con una misa en la Capilla establecida desde la constitución de la Asociación de Antiguos Alumnos en 1922 para recordar y rogar por los regios fundadores y patronos del Colegio, por los padres agustinos y profesores y por los antiguos colegiales. Es un momento de unión espiritual entre los padres agustinos que actualmente rigen el Colegio y los más mayores que nos educaron y que amablemente ofician la eucaristía en esta emotiva fecha, y los antiguos alumnos y familiares que asisten a esta convocatoria anual. Pero, sin duda alguna, también lo es de recuerdo íntimo de las muchas vivencias religiosas desarrolladas en este espacio tan singular, exclusivo de quienes hemos sido educados en este centro, por mucho que se sitúe en el monumental Monasterio de El Escorial.

En este lugar, pequeño (apenas 250 m2) y sencillo, incluso difícil de encontrar entre los claustros colegiales para quien no lo ha vivido, hemos celebrado las eucaristías semanales y las fiestas religiosas más señaladas del año con nuestros profesores y compañeros, y también -al menos algunos que hemos tenido ese privilegio- la primera confesión, la primera comunión, la preparación para la confirmación y nuestro matrimonio, en este caso en compañía también de familiares y amigos. De esta forma, la Capilla se ha convertido -me atrevo a decir- en la base y en el eje espiritual de nuestra religiosidad, ese lugar inolvidable e inseparable de nuestro corazón, por ser el primero y el que más honda huella ha dejado en nuestra alma. Cada uno expresará de una forma propia este sentimiento tan íntimo, esta forma personal de andar los primeros pasos hacia el Señor y nuestra Madre.

Cientos de horas hemos estado rezando en la Capilla y muchas otras hemos estado observando sus elementos materiales, en ocasiones distrayéndonos (no vamos a negarlo) y en otras buscando un significado a sus frescos.

Debo reconocer que cuando era colegial reconocía el precioso lienzo que preside desde 1927 el altar mayor, la Inmaculada Concepción, pero tan solo tiempo después supe que es una copia de la que hay en el de la Iglesia de la Purísima, del Convento de las Agustinas de Salamanca, obra del maestro José de Rivera (1635), a cuya derecha en el altar salamantino hay por cierto un San Agustín atribuido a Rubens. Todos hemos sentido, igualmente, la presencia del Cristo de bronce de Bernini, instalado en el fondo -y entrada- de nuestra Capilla en aquella fecha, y que he sabido que se trajo de tierras italianas por la Reina Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV y madre de Carlos II, regalo del Papa Inocencio X (el del famoso retrato de Velázquez).

Más desconocidos son los frescos de las bóvedas y paredes. Como explica el P. Maurino Alonso Cantarino en Nuestro Colegio, estudio histórico-descriptivo (San Lorenzo del Escorial, 1945, pp. 76-80), todos ellos fueron pintados por Adelaido Polo, pintor y restaurador de la Real Casa, según diseño del P. Antonio María Tonna-Barthet en 1909. Representan a Santo Tomás de Villanueva repartiendo limosna a los pobres y San Juan de Sahagún en el milagro del Pozo Amarillo (a ambos lados del lienzo de la Virgen), y escenas agustinianas como San Agustín disputando con los donatistas, Fundación de la Orden Agustiniana, Conversión y bautismo de San Agustín y Muerte de Santa Mónica, y de las Sagradas Escrituras, como la Asunción, Bautismo de Jesús, Huida a Egipto, Jesús entre los doctores y Dejad que los niños se acerquen a mí. Una parte de los frescos fue restaurada por el P. Teófilo Galende, recordado profesor de Dibujo del Colegio, en 1974; del año siguiente es el viacrucis de la Capilla.

Volveremos a rodearnos de estos frescos y de las imágenes de Cristo y de nuestra Madre en cuanto nos sea posible para rezar por nuestros antiguos compañeros y profesores -como Mely Cobo- y por los familiares fallecidos en estos meses de pandemia.

Repasando estas fuentes históricas he encontrado la máxima que se recitaba en todos los actos solemnes de nuestro Colegio desde su fundación, y que usaré como conclusión (prestada) para este breve recuerdo y homenaje a nuestra Capilla: In necessariis unitas, in dubiis libertas, in ómnibus caritas. Especialmente necesario en estos tiempos difíciles. Mis mejores deseos a todos.



25 de mayo de 2020 Historias

El primer columnista que recuerdo es un cura agustino: Leónides Antón de Lucas. Un sacerdote que lo mismo se ponía el alba para celebrar misa, que podaba rosales por Santa Rita allá por mayo, que agarraba la pluma y te escribía una columna en el extinto “Diario Noroeste”.



25 de mayo de 2019 Historias

Yo puedo hablaros de lo que he vivido en el Colegio, como profesor y como alumno, y de algo que considero notable en este centro: sus gabinetes y laboratorios y los profesores que los hicieron posibles, sus trabajos y sus publicaciones en el ámbito científico.



25 de diciembre de 2017 Historias

El Padre Luciano nació en el leonés pueblo de Posada de Omaña el día 12 de mayo de 1809, y como él dijo en la presentación y traducción del libro “León el Africano”, era hermano de Samuel Rubio, también agustino y no profesó más creencias que la de Dios y su seguidor San Agustín.



25 de diciembre de 2015 Historias

Escrito por Juan Sevillano

“El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrará la estepa y florecerá como flor de narciso, festejará con gozo y cantos de júbilo” (Isaías 35, 1-2)

Llegó la Navidad, que susurraba el Adviento, y con ello el cortejo alegre de luces y melodías que vemos y escuchamos por todas nuestras ciudades y que nos anuncian, nada menos, que la conmemoración del nacimiento en Belén de un Niño-Dios que va a tomar nuestra misma naturaleza humana y que terminará dando su vida por nosotros. ¡Feliz Navidad!

Quizás los cristianos no hayamos reflexionado demasiado en la grandeza de este magno acontecimiento que todos los años celebramos. La Navidad no puede tener otro sentido que no sea el cristiano. O sea, la conmemoración del Nacimiento de nuestro Dios, que es un hecho constatado históricamente, y que marca el cómputo del tiempo. La alegría navideña no puede tener otro origen que este.

Como antiguos alumnos del Real Colegio de Alfonso XII, volvamos nuestra mirada estos días hacia la Comunidad Agustiniana de San Lorenzo de El Escorial, donde recibimos una imborrable e impagable formación religiosa e interpretemos y vivamos estas fiestas con el verdadero sentido que tienen, alejados del creciente paganismo con que año tras año vienen presentándonoslas.

El Real Colegio de Alfonso XII siempre nos debe traer unos gratos recuerdos. Allí germinaron los primeros brotes de nuestra formación cultural y cristiana, que por lo menos a mí me ha servido para tener siempre muy presente que esta vida terrena no es otra cosa que una andadura hacia Dios.

Unámonos a la alegría familiar de estas fiestas navideñas, aunque notemos ya la ausencia de algunos de nuestros seres más queridos, poniendo nuestros ojos en el Portal de Belén y huyamos de esas pantomimas que se nos ofrecen por doquier: el Papá Noel y otras muchas cosas que desvirtúan el verdadero fundamento y sentido de esta celebración.

Felices Fiestas de Navidad para todos.



25 de diciembre de 2014 Historias

Me he referido en varias ocasiones a El Escorial y hoy quiero hablar de los tiempos, ya lejanos, en que llegué a ese sitio, más que nada por recordar lo diferentes que eran. Corría el año 1952 cuando, allá en Extremadura, mi familia se planteó la necesidad de llevarme a algún colegio donde estudiar el bachillerato.


Asociación de Antiguos Alumnos del

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La Asociación puede y debe ser un medio útil no sólo para mantener las relaciones entre los miembros de las mismas promociones sino también para establecer relaciones sociales, profesionales y empresariales entre las distintas generaciones. Los veteranos han de ayudar con sus conocimientos, experiencia y contactos a quienes realizan sus estudios y a quienes inician su andadura laboral y profesional, y todos podemos, sin duda, auxiliarnos en nuestras actividades privadas y profesionales.

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